que no sea demasiado corto el rato,
dos o tres horas
tienen que ser
para afinar las cuerdas del alma
y sentirnos bien.
Y luego volver
para casa
como después
de un concierto,
los ojos brillantes y
el corazón caliente,
sabiendo que vale la pena
vivir.
Peter Schmied Januar 24th, 2014
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